Desde los inicios de la Educación, hasta el día de hoy, el aula tradicional ha predominado en los métodos de enseñanza usados por los maestros y maestras.
Esta se caracteriza por ser un espacio físico centrado principalmente en el docente como figura de autoridad, y como transmisor y fuente de los conocimientos. El aula tradicional tiene un diseño estructurado de manera clara, orientando la atención hacia la pizarra, y unos métodos pasivos, donde los estudiantes deben escuchar y memorizar las lecciones para luego llevar a cabo un examen con el que se medirá su adquisición de conocimientos.
Sin embargo, este método de enseñanza resulta obsoleto a día de hoy, ya que la investigación de las diferentes escuelas y métodos educativos ha demostrado la importancia de introducir en el aula, nuevos factores revolucionarios y más dinámicos que apoyen el aprendizaje de los alumnos y alumnas a través de los juegos, la confianza y los proyectos.
Gracias a figuras revolucionarias como María Montessori, Piaget, Vygotski o la pedagogía Waldorf se fueron introduciendo de manera progresiva nuevos enfoques en la educación de los alumnos que han ido mejorando la misma hasta el día de hoy.

Por ejemplo, María Montessori revolucionó la educación al crear un método basado en la autonomía, el aprendizaje práctico y el respeto por el desarrollo natural del niño o niña. Creó entornos preparados con materiales específicos para promover el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños, respetando su ritmo individual.
Gracias a ella se llevaron a cabo grandes avances relacionados con la capacidad crítica de los alumnos para pensar por sí mismos y llegar a conclusiones lógicas de forma autónoma, además de eliminar un poco más el tabú del juego como método de aprendizaje.
Por otro lado, el biólogo Jean Piaget transformó la educación moderna al desarrollar la teoría del desarrollo cognitivo, que destaca que los niños aprenden en etapas según su madurez mental. El aprendizaje ocurre a través de la exploración activa y la construcción del conocimiento, en lugar de la simple transmisión de información.
Esto impulsó métodos centrados en el estudiante, fomentando actividades prácticas y colaborativas que debilitaron el modelo rígido del aula tradicional.
Gracias a todos estos avances se ha ido logrando la introducción en la educación y en los centros escolares, de nuevos métodos más amables con el estudiante que le permiten aprender de una forma más lúdica, dinámica, entretenida y abandonando el plano memorístico del aula tradicional.
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